Eze who? Quien? Eze...

Carta de un autor a si mismo



            Creo que escribo desde siempre. Bueno, desde que aprendí a escribir. En mi casa todos escriben. Mi papá porque es abogado y tiene que llenar hojas y hojas de escusas, argumentos e  historias que justifiquen porque la gente hace lo que hace. Mi hermano porque es soñador, siempre escribe. Él prefiere las historias locas, que parecen que nunca pueden llegar a ser reales. Creo que cuando anota  en sus libretas sueña con películas. Mi hermana más grande, escribe porque le gusta ayudar a la gente. Especialmente porque quiere proteger a los más pequeños. Ella es una súper heroína que viaja en bicicleta y defiende a los más débiles. A los hijos de los villanos, que por ser hijos no tienen por qué ser culpables. En fin mi hermana más chica escribe porque tiene corazón. Corazón delator. Tiene un corazón que late con tanta intensidad que para evitar que se le salga del pecho prefiere escribir todo y relajar sus pulsaciones. Mi mamá es la más pragmática. Ella escribe la lista del supermercado, lo que quiere de la verdulería y de vez en vez escribe te quiero en facebook.
            Esto de querer escribir al fin de cuentas no es un capricho mío, sino que es un mal de familia. Yo intenté y sigo intentando hacer otras cosas, dibujar, actuar, hacer teatro, viajar. Pero siempre termino escribiendo. Una época escribía cartas de amor. Lo primero que escribí en un cuaderno (que por suerte ya se perdió) fue la historia de un chico que caminaba por la ciudad, como si no conociera nada ni nadie. En cada esquina se encontraba nuevas historias. Casas mágicas para entrar a investigar. O algún anciano que lo invitaba a conocer sus aventuras juveniles. Cada tarde de verano que volvía de la playa, luego de bañarme y comer me encerraba en mi habitación a llenar las  hojas del cuaderno espiralado. En aquellos años, más que priorizar las reflexiones de las historias que inventaba me fascinaba ver como completaba el cuaderno con trazos de la lapicera azul. Hasta tuve la dicha de terminar una birome y tener que usar otra. ¡Fuá, eso si que es escribir mucho! Escribir hasta que se acabe la tinta es una genial escusa para desafiar cuantas ideas salen de mi cabeza.
            Hoy es difícil hacerse cargo de querer escribir. Voy a las Ferias de libros y hay tantos autores, editores y libros en si mismos que da vergüenza estar talando todos esos árboles para imprimir ideas humanas. O por ejemplo cuando paso por delante de esas librerías de usados. Que cantidad de libros viejos que nadie quiere. Bueno algunos si los quieren, pero hay muchos otros que no los quieren ni regalados. Que frustración que un libro mio termine en esas pilas llenas de polvo, por lo menos que sirva para poner debajo de una mesa que se le quebró la pata. Es un poco más esperanzador. Una amiga me dijo, si vas a escribir que valga la pena. Las editoriales están llenas de autores que tienen buenas ideas, tu debes ocuparte que tus ideas sean geniales. Así que acá estoy, con el pequeño desafío de escribir cosas geniales. Jejeje. Mientras tanto me entretengo rayando hojas.

Ezequien.

Comentarios

  1. Wow, reitero, tu linaje está marcado por la tinta y el papel. Cada esquina cuenta una historia, que bonito. Adelante amigo, sigue rayando hojas, y que cada raya sea un regalo para tu mundo...

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